Siento siempre que la gastronomía guarda todos los ejemplos de la vida misma.
Un día llegué a un restaurante cuyo cartel en la entrada rezaba:" Aquí usted elije lo que come". Me siento a la mesa y leo la carta: Primeros platos- 1) Sopa de pollo con fideos cortos. 2) Sopa de pollo con fideos largos. 3) Sopa de pollo con fideos largos y cortos. Segundo plato: 1- fideos largos con pollo. 2) Fideos cortos con pollo. 3) Fideos largos y cortos con pollo.
Llamo al camarero: Disculpe pero en realidad aquí solo puedo comer pollo o fideos. El camarero haciéndose el desentendido me explica: tiene seis platos para elegir y usted es libre de elegir el que quiera. La variedad de la oferta la impone la demanda y ésta, designa los platos que ofrecemos.
Esto me hizo pensar y recordé que en todos los programas radiales y televisivos hablaban de lo cancerígeno de las carnes y sus problemas de ácido úrico, los peligros de las bacterias que traen los pescados si no están bien cocidos, las verduras con sus temas de radiación, etc., y llegué a pensar que el camarero llevaba razón.
Luego de debatir unos minutos con mi acompañante sobre si el fideo largo era más cómodo de comer que el corto, o si bien el pollo se debía masticar menos con uno u otro; yo opté por elegir el que no habíamos comido el día anterior para cambiar un poco y mi acompañante, prefirió el mismo que el día anterior. Supone que como no le dio acidez de estómago, prefería no arriesgar. En definitiva, el tema era comer algo para saciar el hambre y seguir con el trabajo, y cualquiera de ellos cumplía con el cometido.
Esperando a que nos sirvieran fui hasta el baño y al pasar por una ventana que daba a la puerta trasera del establecimiento, pude ver una cola de proveedores que entraban y salían por la puerta del almacén. Permanecí un tiempo observando que traían patatas, pescados, mariscos, verduras...pero que entraban por una puerta y con la misma mercadería que entraban salían por la otra. Al regresar a la mesa llamé al camarero: Disculpe, pero he visto que les llegan ofertas de otros productos para poder ofrecer en vuestro menú y también veo que las rechazan todas.
Es que ninguna cumple con las normativas de calidad e higiene que se necesita para ser servidas en este establecimiento, replicó el camarero. Nosotros damos todo por el bienestar y la salud de nuestros clientes, buscamos siempre la mejor calidad para ponerles en mesa y podemos asegurarle que los fideos y el pollo, son los únicos productos que cumplen con todas las normativas...¡si quiere le traigo los certificados! No se haga problema, le dije, sin duda que hacen lo que pueden por nosotros y muy agradecidos que estamos por este cuidado que nos profesan. Gracias.
Así pues comimos, nos levantamos y nos fuimos. Otra vez habíamos cumplido con el deber de cada 24 horas de tener que decidir qué comer, por más que la decisión no afectara el resultado final...Lo importante era poder seguir trabajando y dar gracias que cada 24 horas habría algo en el menú, de otra forma, deberíamos ir nosotros s procurarnos el alimento cosa que no disponíamos del tiempo ni de la voluntad de hacerlo. Lo fundamental era comer sabiendo que esta gente procuraba siempre ofrecernos aquellos alimentos que se podían ingerir sin correr riesgos de salud, cosa que ya sabíamos por que lo veíamos en la tele o lo escuchábamos en la radio.¡Vaaamos! Cómo pensar que nos iban a meter a nosotros cualquier cosa en un plato con lo informados que estábamos. Se nos llevan la mitad del sueldo para comer, pero comemos seguros y tranquilos. Por otra parte cómo pensar que pretenden utilizarnos para su propio beneficio a costa de nustros derechos si el dueño del restaurante es el mismo dueño de la fabrica, el banco, el super... ¿Qué haría sin nosotros?
Si alguna vez pasáis por allí os lo recomiendo, el cartel dice: Aquí usted elije lo que come. Restaurante La Democracia.
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